jueves, noviembre 16, 2006

Mirando Turistas



"En efecto, todos somos turistas; no hay escape posible. El turismo, que en su aspecto positivo puede ser entendido como un interés sincero en conocer otras culturas y en su negativo como una forma contemporánea de colonialismo, es una de las prácticas culturales más extendidas del último medio siglo, y se ha convertido en una industria global que se basa en la explotación de la diferencia, de la necesidad de escapar de lo conocido, del afán de conocer al otro en el lugar en que ese otro vive. Pero el turismo está plagado de paradojas y contradicciones: por ejemplo, se visitan los sitios que ya se conocen de antemano a través de la información, con lo cual la experiencia turística es más de constatación que de descubrimiento; se llega a hoteles y restaurantes de cadenas conocidas, con los cual dos de las experiencias esenciales de un lugar, su arquitectura doméstica y su gastronomía son reemplazadas por lo estándar, lo familiar, lo seguro. Inclusive las fotografías que se toman son de los mismos sitios y desde los mismos ángulos, que corresponden a la parada en el trayecto turístico, al mirador o al emplazamiento del monumento. La fotografía, y mas recientemente el video, son las formas en que el viajero trae a casa su botín: si no se fotografió, se perdió como experiencia, o por lo menos como testimonio de ella para los demás, y en consecuencia su valor como estatus y legitimación se pierde por completo: nadie sabrá jamás lo que hemos visto, dónde nos han visto, en qué lugares hemos dejado una huella.
Acudiendo a la verosimilitud que se le otorga a priori a todo los que está fotografiado, y en un acto profundamente irónico, el artista colombiano Alberto Baraya ha viajado por todo el mundo en un proyecto de "legitimación de una pintura" por medio de su inclusión en la historia (a través de relatos), en el mito (visitando sitios legendarios) y en la fotografía de otros, insertándose subrepticiamente en ella".